martes, 23 de octubre de 2012

Entre tu boca y un portal


Que de entre todas las vueltas que di aquella noche, acabé una vez más en tu regazo, con tu mano acariciando mi cuello y retirándome el pelo hacia la nuca, mis debilidades. No estábamos solos del todo, nos acompaña una fría lluvia de madrugada. Y al final de tantas copas y de bailes, me dejé vencer. Esa noche tuve mérito, porque había sacado la fuerza de evitarte en todo momento, de no mirarte y de fumar a solas. Pero sabes jugar, y sabes cómo jugármela.

Y en ese portal estábamos solos, mirando con recelo de quienes pasaban por nuestro lado quitándonos nuestros momentos. Y en ese portal, con la lluvia de fondo, con las luces de las farolas iluminándonos los ojos y al compás de las gotas me pediste un beso. La negativa fue inmediata, no entendías cuánto había progresado esa noche. Pero me mirabas como siempre, con esos ojos que hacía míos las noches de jueves que te robaba. Me volviste a pedir ese beso una vez más, y yo, que estaba deseando rendirme, me contuve una vez más, eras tan complicado. Te supliqué que no insistieras, te insistí que no eras mío. Y tú, en tu más tierna cabezonería lo intentaste una vez más. ¿Qué sentido tiene amar a una persona cuando estás sentado en un portal pidiendo besos a escondidas? No tenía sentido, ni lo tiene para mí. Y aún así nos seguimos guiando por nuestros impulsos. Esos malditos impulsos que roban el aire y erizan la piel. Y por un impulso una vez más, acabaste empujándome.

Fue entonces cuando en ese portal, esperando a que la lluvia nos dejase solos, acabaron mis labios pegados a tus besos. Otra vez.

martes, 16 de octubre de 2012

El Incendio

Aquella noche no durmió conmigo
Nos habíamos separado
Había hecho arder todas mis entrañas
Era mi incendio
Ardieron mis abrazos
Sus besos se quedaron pegados a mis labios
Derretidos
Era mi incendio
Los recuerdos se hicieron nada
Y la nada se quedó en lo más profundo de mi ser
La nada se convirtió en ceniza
Era mi incendio
Ya no había lugares secretos
Todos habían ardido
Ya no había más escapadas 
Era mi incendio
Tan sólo fue el último pensamiento
El anhelo de que una sola vez más
fuese mío y yo fuese suya
Era mi incendio
Quise gritar, quise llorar
Y acabé entre los escombros de mi mente
Allá entre las cenizas de su aliento
Y luego fue sólo eso, nada

domingo, 7 de octubre de 2012

Mi complicada resaca de ti


Es tarde, los apuntes están encima de la mesa y sigo aquí sin poder leerlos. Miro por la ventana y veo las luces de fondo arropando la noche. Me relaja, es un momento de soledad, lo que menos me hace falta. No quiero pensar y pienso. En ti, cómo no. 


Has estado conmigo, dentro y fuera de mis pensamientos, me has hecho volver a mirar tus ojos, me has hecho volver a sentir tus manos, oír tus risas y disfrutar tu aroma y aliento. ¿Por qué? ¿Qué necesidad tienes de cautivarme? Lo tienes todo y yo no tengo nada. No se estaba tan mal en la nada, pero los trozos de tus palabras ahora me vuelven a hacer falta. Es como una droga y siempre he pensado que era un absurdo tópico. Pero no, es una adicción absurda, que no aporta nada, que sube mi adrenalina y eriza mi piel. Y que luego vuelve a ser nada, una complicada resaca de sentimientos retenidos una vez más.

No lo hagas más, no me hagas caer en tu cama como si no me importara el resto del mundo. No me fulmines con tus besos, apártame la mirada si algún día me dejo llevar. No me dejes caer más.

Quiero dejar a un lado las escapadas en secreto, el esperarte a solas. No quiero miel en los labios, que luego no dudas en quitarme la dulzura y darme un abrazo amargo. No quiero tus manos abrazándome, no quiero tus dedos rozándome la cara.

La idea del “fuimos” me atormenta, pensar en el “somos” me asusta y sentir un “seremos” para mí es inimaginable. Cómo me gustaría cerrarte la puerta y poder decir con la cabeza alta que no te necesito. Cómo me gustaría decir en voz alta que ahora se ha acabado del todo.

Cómo me gustaría ser más fuerte que tú.