viernes, 19 de abril de 2013

Relato de un pequeño hombre que amará por siempre a una mujer mayúscula

La miro y no me creo cómo de una diferencia tan alta, pueden quedar sólo resquicios de desprecio, de consignas establecidas. Para ella sigo siendo el más grande, como el primer día y para mí, ella lo seguirá siendo tanto por fuera, como por dentro. 

Nos conocimos de casualidad, de esas personas que, o bien no le prestas atención porque son insignificantes, o bien te intimidan por su gran tamaño. Así cruzamos ella y yo, intimidados por ser insignificantes. Y sólo nos bastó eso para querernos el resto de nuestras vidas. Sólo nos bastó conocer que nuestros defectos nos diferenciaban y nos completaban a la vez. Sólo me bastó mirar sus ojos, pequeños en comparación con el resto del cuerpo, para saber que siempre sería mi letra mayúscula.

Yo nunca me podré ver a su lado como alguien pequeño, pero sí como alguien que la mira desde abajo, con admiración y deseo. Es mía y sólo para mí, porque para ella yo siempre seré el que más supo estar a su altura.

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